domingo, junio 08, 2008

LA DESNUDEZ DE LA MUJER ES LA OBRA DE DIOS


LA DESNUDEZ DE LA MUJER
ES LA OBRA DE DIOS*

Lo dijo
Eso fue todo
No hubo grandes efectos
No hubo
Tono oracular
Sino un conjuro
Que nos caló
Ardiendo
Trémula el alma
De verlas deambular
en pieles
Por los intersticios
Del espacio
Por la rueda cián
De la existencia
Girando
la ronda de
San Miguel
Cantada
y gravitante
Y esos cabellos
Y esas uñas
Ese verbo
hecho carne
y esa carne
hecha verbo
y hambre
de trozarlas
lentamente
ad infinitum
o rendirme de rodillas
de rodajas
de rombos
y derrumbes
casi en silencio

Con traje de errores
En jirones ámbar
roturas y fracciones
Manos unidas
Vista al cielo
Y piedad
De no ser piadoso
Con ellas
En la
Amargura geómetra
De descabezarme
Al levantar
el sombrero
el salmodio
el salterio
y no claudicar
ni monicar
ni rosicler
tan concurrida
de curvas
e iras
al cuadrado
porque ira es mujer
en sus instantes
de tálamo y légamo

porque veneno
es fémina
y amenazante
cuando
mi sinapsis
arrastra
conmovida
el tósigo
abrupto
de recordarlas
con o sin palabras
capitulando
exhausto
abiogenético
en la manía
de perseguirlas
a ciegas
vendado mendaz
y ellas como
cartas astrales
inhóspitas
como puzzles insolutos
lógica de
artículo femenino

Desconociendo
Si vives o mueres
si calzas o no calzas
en el arquitrabe
de abrirse
todo todo
en las epidermis
que te va consumiendo
extendidas
en signo y número
amplias las letras
mientras paisajes
nos rodean
de luto
de sexo
de dinero
en picada al averno
de poseerlas
casi en la mudez
estratégica
de la intimidad
hecha brasas
Creando señales
De viaje

Abriendo áfilas
Las enramadas
Átonas
Las espinas y ponzoña
Dispuestas a cautivarte
Grillete eterno
Absoluciones
Absolutas
Obsoletas
En la enseña
De lo que resta
Rojas de piel
Rojas y rojas
Como soles sus pechos
Y sangre
Y el perdón
De no poderlas alcanzar

Y huir de agonía
Y agraz
De miel y maravillas
De dormir o no dormir
Bajo un alto techo
De vicisitudes
Siendo tan suyo
Tan feble
En sus dedos
De idas y venidas
Remanso perfecto
en la
imperfección
De las tibiezas
Cubriéndome
Ingrato el silencio
Doloso
rumor de cabeceras
Y siempre
Rogando,
rogando en silencio.

*William Blake


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