viernes, enero 22, 2010

ALGUNOS TRABAJOS DE EDUARDO DIAZ ESPINOZA





VAMOS QUE LA LUCHA SIGUE




El callamiento vaga entre las ramas, la voz se va
entre el oler, gustar, palpar, se empala al fondo
de las raíces que ensordecen.

Eco alguno puede introducirse en las hendijas
cuando no se quiere oír una palabra sentenciosa
que condena.

El aire no devuelve capacidad alguna de reacción,
inerme se observa la guillotina que saca redobles de
plata caracolina afilada, cercenante, con esa sensación de fantasma;
chorreando sus andrajos con cáliz de acíbar perfumado
de muerte irremediable.

Me parece que dentro estalla la rebelión,
agita mis latidos, acelera el pulso y me desato
de nuevo como esa vieja primavera en que
había que levantar la cerviz, y
pensábamos en cambiar el mundo de face.

Rompo y abro los pétalos que animan la vida,
para seguir tras la vida,
hasta que ya se agote el último cartucho de esperanza.











EL PEQUEÑO SER



Sabes que vives fertilizándote bajo un techo
guateado de libros increíbles, sus paisajes,
ves como esos paraísos de cada final de alguna novela
con su happy end, te endulza la lengua acaramelada
de hambre por ese cuerpo.


Y el subterráneo, más que ser cielo, es fondo de algún
pirquén tenebrosamente abandonado donde han sacado
hasta el oro de de los tontos para ostentar riquezas
que no has tenido, vives tus últimas noches pensando
en la muchacha, la de Coronel, esa, que te permitió todo y terminaste
exhausto sin haber terminado nada.

La bóveda de tus libros guardan escritos, las mejores notas
recogidas de John Keats, Attila Jozef, el ritmo sicalíptico de Gonzalo Rojas,
la fiereza de Pablo de Rokha,
y esa lava arde por tus venas, corriendo caprichosa,
arrollándolo todo a su paso creando un clavo de fuego inscrustándose
en la vieja viga de la memoria.

Tu atomización se extenderá como odiosa manía, una conspiración,
lo sabes, es por término de giro, escombros de tu cuerpo
que dejarás para que los suelten como caballos furiosos
en el viento azul intenso de la pampa, dando un gris más profundo
a esa tierra bienamada.






Fantasma del Puma


Es la hora en que mece el bolero
mis dedos en tu espalda
entre tu incandescencia interna
pulverizando sinfónicos estallidos

atrapado desplumado pájaro
vuela su desuelle hasta vos

callada silba la noche
contra ladridos de perros

y la infamia seca las rosas
marchitado ya
el rosal del recuerdo

mis oídos sufren el fango
del dolor

carcomido de sangre
yace el polvo infame de la pesadilla

mi cabeza en la mierda
aulla buscándote
la culata hinchó mi rostro
solo dije: te amo





14 de octubre de 1973. Víspera de los fusilamientos de la Caravana de
la muerte en Antofagasta









ABISAL


Me parece que el abismo tiene tantos
caminos y atajos,
salta como río loco de aventura,
sus espejos son esas hojas de árboles
caídas en otoño, lastimadas de tiempo

los pequeños insectos en la celda esa noche
aterrada, carcomiéndome el cuerpo

heridas cinceladas con buriles
de deleitosa saña

rompo las paredes con las uñas
filtradas por cristales de gritos puntiagudos,
desenredando dosis de esa locura desatada,
yendo como charanga dominguera
tamizando angustias, cada nota,
encorvando Cuasimodos de sueños
sin esperanzas

No ha quedado horizonte
sólo deletreo ausencias.




CAZADORA


Herido por la certera flecha
desde árboles redondos;
floridos en tu blusa abre duraznos maduros,
no hay razón para acusaros
si la mala suerte fue haberme cruzado

tu recado preciso subvertir todo razonadamente,
arañando en vuelo de lirios mis alas,
tumbas gota a gota mis sueños
en su espeso silencio

por esas calles; tras devaneos armónicos,
cimbreantes jugosas caderas,
impávido en lo oscuro y frío de día
nublado

todo da vueltas, aspas colosales cabellos
inflados por ventolera

te balanceas y miras fijamente,
todo arde en esa llama de amor.



SERPENS
Ofidia, ofidia, nadan destellos dentro del que soy, tus ojos
alumbrando tinieblas, habitan mis socavones que
no tienen huellas dignas de mención, apenas líneas tormentosas.

Teñido de color oscuro era el reptil
incubado en las alforjas de la pena,
de lo todo, por oleadas arenas idas
van sepultándome de angustia,
y la máscara de la alegría, es arlequín desfigurándose
en los espejos de los días.

Turbulencia de la descontentadiza, sobrepasando recuerdos
y ternezas
ligera, alada, inocente soledad ardiendo bajo el sol
del medio día, dorada de hermosa apariencia,
atrapadora hasta el ahogo entre nostálgicas mallas metálicas
de silencio.

El enorme esqueleto de la serpens fabulata
enterrada de pétalos resecos
observa irónico,
lejos,
nosotros desterrados del paraíso.

1 comentario:

  1. Con el sello del maestro, sin duda inigualable. Publicaré estos poemas citando la fuente en: wwww.comuniquémonos.nin.com
    Eduardo Díaz - In memoriam.

    Un abrazo,

    Luisa García

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