martes, abril 26, 2011

LA ADULTERA por GONZALO ROJAS




Pienso y pienso qué haré con esta adúltera de esas que
salen en la Biblia y al tercero día
-una vez perdonadas- comen semen
de máquina porque también hay semen de máquina,
testículos
de máquina, orgasmo fluvial y
cerebral de máquina, ¿qué haré con esta adúltera?
-Amala
me dicen las estrellas, ámala
por bestia bestial, por rajada y bailada en el arenal
del desamparo, ámala, apedreada y todo, ámala por
violada y vuelta a violar, por azucena
blanca y ensangrentada, por perdida ámala, por
eso y más. Ahí
va la foto: un metro setentamente carnal
para confirmar el mito, dos
ancas de parir y, ya más cerca, una muchacha
preciosa si se atiende al espectáculo
del baño, recién mojado el pelo alto, aireada
la fragancia de la nuca, limpia
de pecado, gozosa y
deseosa, estremecida aún por ese olor
a hombre, trizada, aullada por el rigor del vidrio,
y el espejo, el espejo.
Y el gran Tao cortante: -No, no te encandiles
con esa loca, liviandades son liviandades, no escribas en la
arena
ningún perdón, percances son percances pero lo indisoluble
a escala de alquimia
no es soluble, toda adúltera
pide adúltero. No : casorio llega a velorio
y más allá y el juego exige ritmo hondo a babor
y a estribor. Además no hay además, dos
es dos y uno uno. De repente hay Dios
y funciona.
Funciona para qué solloza allá lejos el clarinete del jazz
de los negros de New Orleans [paréntesis, mi lector:
¿sabía usted
que el vocablo jazz es semen en la tonalidad afectiva de
los negros?]
Sigo: funciona, funciona pavoroso para qué entre el
estruendo y el remolino convulso, ¿para qué entre el
estruendo y el remolino convulso, ¿para qué entonces
ese Dios?, insiste el instrumento. Él es El. A tu trompeta
(vuelve a insistir)
ámala, a tu muchacha ensangrentada que es tu música
ámala,
a tu concupiscencia cerebral, a tu
libertina, no
transes. Habrá Dios
pero ¿dónde anda Dios? Son las 3 de
la madrugada y el avión a Chicago se va a estrellar, mi
Dios ¿dónde andará mi Dios?
Pienso y pienso: ¿o lo que prevalece es el comercio de los
denarios
perdientes, Pound?, ¿esa ráfaga bancaria que va pudriendo
el planeta
cada minuto? ¿O nunca hubo Dios, o
el Dios que hubo era perro? ¿dónde queda Irak?,
putidoncella mía ¿dónde queda Irak, adúltera
mía, alma
mía, ¿dónde queda Irak?
-Oleaje, puro oleaje, no es que haya sido infiel,
cierra aquí la adúltera de un tajo: el casorio
con la eternidad
nunca fue mi fuerte.
¿Quién no lame la llaga de haber sido? Saludos
desde Londres, duermo
en el barriel de este arrabal
pasado el Támesis, hablo
con nadie, me alimento
de moscas.

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