miércoles, abril 20, 2011

SEGUNDA CARTA CONYUGAL por ANTONIN ARTAUD




Necesito a mi lado una mujer sencilla y equilibrada, y cuya
alma agitada y oscura no alimentara continuamente mi
desesperación. Los últimos tiempos te veía siempre con un
sentimiento de temor e incomodidad. Sé muy bien que tus
inquietudes por mí son a causa de tu amor, pero es tu alma
enferma y malformada como la mía la que exaspera esas
inquietudes y te corrompe la sangre. No quiero seguir vi-
viendo contigo bajo el miedo.
Agregaré que además necesito una mujer que sea mía
exclusivamente, y que pueda encontrar en todo momento en
mi casa. Estoy aturdido de soledad. Por la noche no puedo
regresar a un cuarto solo sin tener a mi alcance ninguna de las
comodidades de la vida. Me hace falta un hogar y lo necesito
enseguida, y una mujer que se ocupe de mí permanente-
mente, incapaz como soy de ocuparme de nada, que se ocupe
de mí hasta de lo más insignificante. Una artista como tú tiene
su vida y no puede hacer otra cosa. Todo lo que te digo es de
una mezquindad atroz, pero es así. No es preciso siquiera que
esa mujer sea hermosa, tampoco quiero que tenga una
excesiva inteligencia, y menos aún que piense demasiado. Con
que se apegue a mí es suficiente.
Pienso que sabrás reconocer la enorme franqueza con que
te hablo y sabrás darme la siguiente prueba de tu
inteligencia: comprender muy bien que todo lo que te digo
no rebaja en nada la profunda ternura, y el indeclinable
sentimiento de amor que te tengo y seguiré teniendo
inalienablemente por ti, pero ese sentimiento no guarda
ninguna relación con el devenir corriente de la vida. La vida
es para vivirse. Son demasiadas las cosas que me unen a ti
para que te pida que lo nuestro se rompa; sólo te pido que
cambiemos nuestras relaciones, que cada uno se construya
una vida diferente, pero que no nos desunirá más.

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