miércoles, junio 22, 2011

UN HOMBRE Y UNA MUJER ABSOLUTAMENTE BLANCOS por ANDRÉ BRETON



En el fondo de la sombrilla veo a las prostitutas maravillosas
su vestido un poco marchito del lado del reverbero color de bosques
pasean consigo un gran trozo de papel tapiz
como no es posible ver sin que se oprima el corazón en los pisos
[devastados de una casa en demolición
o todavía una concha de mármol blanco caída de una chimenea
o todavía una red de esas cadenas que tras de ellas se enredan en los espejos
el gran instinto de la combustión se apodera de las calles donde ellas permanecen
como flores tostadas
los ojos a lo lejos levantando un viento de piedra
mientras se abisman inmóviles en el centro del torbellino
nada iguala para mí el sentido de su pensamiento inaplicado
la frescura del arroyo en que sus zapatos mojan. la sombra de su pico
la realidad de esos puñados de heno cortados en los cuales desararecer.
veo sus senos que ponen un punto de sol en la noche profunda
y cuyo tiempo de inclinarse y de erguirse es la sola medida exacta de la vida
veo sus senos que son estrellas sobre las olas
sus senos en que llora para siempre la invisible leche azul

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