sábado, septiembre 14, 2013

ODA A LA MEMORIA DE GORKI 1936 por PABLO DE ROKHA


Desnudo y despavorido,
todo rojo, en la sombra tremenda, resonando y avanzando, contra las cosas
y las formas.
regresas a la nada, de donde viniste.
Un silencio de tormenta, francamente como preñado y cuajado de la heroici­dad insurreccional, cubriendo los sindicatos, abatió la gran águila de la bandera roja,
y tu agonía llenó de clamor a todos los obreros del orbe, arañando las masas
humanas,
haciendo bramar las máquinas, como libres bestias,
paralizando los tentáculos trágicos de las fábricas y las heladas plantas
hidráulicas,
como si se le hubiese partido el corazón a la humanidad obrera, y tu puñado de cenizas llenase de cal funeral todos los ámbitos, de mundo
a mundo.
¡Oh! escritor, hombre de clase, piedra y fuego, criatura de basalto y de
quejido,
Alexis Maximovich Pycshkoff,
desde que caíste adentro de una mujer, y mamaste dolor en los pechos
maternos.
el destino se te enroscó, como una culebra, a las visceras.
y, muerto, eternamente muerto, en la gran agua morada, navegando hacia
el origen de todas las sombras. Gorki —el Amargo—, una inmensa gota de sudor, corre por la barba
de la vida.
Rebasando los desheredados, la antigua hoja marchita de los ex hombres
y los vagabundos del Mar Negro.
tu estilo dió el sentido a la insurrección proletaria.
alto y santo bolchevique, poeta del explotado, ilusión de los desterrados y
los presidiarios sociales: ¡en qué raudal de horror mundial bebiste tanta inmensa agua!; porque nada de lo humano te era extraño, te era lejano e indiferente, he ahi que creciste, hinchado de temporales violentos.
Ya te llorarán los inmensos presos politicos, los flagelados y los torturados por los esbirros, el humilde y el valiente, con toda la cara, los
amarillos, los negros, los mulatos, la sociedad comunista, desde todo lo hondo de la URSS, resplandeciendo.
y las mesnadas italianas y alemanas, enarbolando los puños cerrados, de todas las razas, en tu homenaje, contra sus caudillos, contra sus corsarios, contra sus bandidos, "contra
el fascismo y la guerra".
Desde tu lengua, a mucha altura e ímpetu,
clamaron los desesperados, toda la historia de los hechos y los siglos y
los sueños.
y, ahora, las anchas murallas del Kremlin te acunan:
no; vas. oliendo a soledad, entre las multitudes insurrectas, muerto, entre
las muchedumbres subversivas, soldado del Partido y gran aurora ensangrentada, tu pasión militar de militante, energía y eufonía de la causa obrera, inicia la marcha de los regimientos proletarios.
la marcha inmensa de todos los tristes y todos "los pobres del mundo ", la marcha eterna y soberbia, hacia el comando,
el grande avance concreto, marxista. rotundo de los conquistadores sudorosos.
contra la bestia fascista-capitalista, arrasando el imperialismo y los lacayos del imperialismo, contra el bruto nacista, hijo del pueblo, honra del pueblo,
cien millones de pechos te llevan adentro, como cimiento y estatua, amparándote contra el olvido.
La entonación política ciñe tu anhelo.
aquella canción lograda, sudando todos los oficios, todas las costumbres.
todos los empkos y humildes artesanías, y fué recto y serio tu lenguaje campesino.
Corre tu muerte abierta, de aldea en aldea,
porque tu voz, atropellada y obscurecida por la verdad sepulcral de lo infinito, busca la boca humana —niños, mujeres, viejos—. en donde echarse a llorar, como un pájaro trágico y sin ventura, y tu ilusión está durmiendo en proyectos de tristeza;
pero la epopeya egregia te calienta los helados huesos, amargos de desventura, y la mano sagrada de Lenin saluda, en la inmortalidad, tu retorno.
Exprimiendo lo humano de lo humano, hallaste lo divino, héroe a mártir, mito y signo del hecho, en tempestad forjado.
tu realismo comunista ". a grandeza relampaguea.
y un enigma de sol relumbra y hace misterios en el vértice de tu espíritu.
como el recuerdo de las primeras frutas;
es la ley de errores y horrores, echada en la submemoria,
como un toro del dios de los herejes.
Y. aunque aquella baba espesa del aristócrata y los amarillos asesinos del
imperialismo
gritaba en ti. síntesis, buscando los brazos de tu dicterio,
tenias la dulzura suficiente para sellar la medalla del sueño y del llanto.
al dominar el veneno y el dinero.
dominando la propiedad y su clan de terrores elementales; máquina de luz, deshecha y vencida.
entonces, irás a errar con los huesos de los dedos, cargados de naranjas. En obsesión de andrajos y lamentos,
todos los heridos, los desamparados, los congojosos, los enfermos, los sinies­tros. los objetos del espía y el krumiro, el que no alojó jamás en dulces colchones.
junto a una mujer desnuda, y no tuvo vestidos, ni tabaco, ni alcohol, ni
caballos, en los crepúsculos, fué sirviente, y los malos esclavos lo abofetearon,
y los que murieron en la horca del sicario, sonando y clamando, como
grandes campanas,
te saludan, Gorki, siguiendo tu féretro,
siguiendo tu grito, siguiendo tu canto y tu frente sudando, y crucificada
en las estrellas,
el horror que empieza ya a inundar tu figura.
como si nunca hubieses vivido y nunca amado y nunca llorado, Gorki. Un gran huracán te desganchó, camarada,
te derrumbó, arrasándote, como los altos castaños, a la orilla del océano, 0 a la montaña de las epopeyas.
Olor a multitud, pasada a cuchillo, te circunda, y aquel ataúd de dios, abandonado en los precipicios del idólatra, se te ofrece, como un barco, en la ansiedad de las aguas eternas; de abismo en abismo, vas cayendo, ¡oh! solitario,
de cabeza, ¡oh! desterrado, azotándote contra los muros que no existen; ¿quién detendrá tu potro de fuego.
arrancado de la historia humana, rebasando y superando su límite, más allá de la voluntad social, desgarrándose?;
a grasa quemada en tiendas de tribus aventureras, a puñal, a gran montura, a comida, a cuero, a vasija, a licor animal, a crónica,
a sol y a camello, y a gusano, huele tu grandeza de obscuro macho cabrio, compañero proletario, y la Internacional flamea
adentro del drama tremendo, que juega la materia con tus entrañas:
Esquilo y Satanás y Dionysos, comen tu comida,
junto a claras palomas de corazón indescriptible, y a justas y puras
canciones.
porque es el mundo tu mundo, y se derrumba.
arrastrando en la gran catástrofe histórica, techos de pueblos y verdades, como un continente que desaparece, tiempo, mar, cielo abajo.
Entre sus ajos, el cargador de Marsella te recuerda,
y los ferroviarios y los marineros, desde Nueva York a Hong-Kong, te desti­nan su tabaco de naufragios, los mineros, los petroleros, los caucheros, de sol a sol. encadenados a la
lágrima.
suspiran tu nombre, entre sus chiquillos y sus salarios, a la ribera de la flor
de sus mujeres.
y los artistas revolucionarios montan guardia frente a tus restos mortales, mientras los brazos obreros de Stalin te conducen, gloriosamente, a la
Plaza Roja.
llenando de soberbia las banderas.
El látigo de los amos
restalla en la tonada acumulada, echando sangre y suerte, a la egregia
humareda de las novelas,
tu canción popular esculpe soldados y lacayos.
mártires, o esclavos encanallados en el régimen del bruto, del miserable,
del siervo;
aun el verdugón del mujik te avergüenza la miseria;
palanquero, pinche de cocina, zapatero, mensajero, farolero del año lluvioso.
amasando burguesía asesina y mercachifles sin leyenda.
atorrantes, criminales, comerciantes, organilleros y aventureros, ladrones y
cabrones apuñaleados, bramaba e iba creciendo la revolución en tus infiernos; la maldad burguesa expresó su crimen de clase, negando la maldad humana. y "el hombre es bueno" en tus relatos,
bueno como el pan, como el agua, como el sol y el animal de las marinas islas, contradiciendo al capitalismo, que crea malvados.
Por todo aquello, emergen tus "poesías",
y. enormemente —collares de dolores—. aúlla "la insurrección" en sus
entrañas,
como un buitre, rugiendo por adentro.
escarbando y sollozando hacia la justicia social y la dialéctica; es el marxista-leninista, desarrollándose: sí, el comunismo le dió ámbito y fruto a tu persona, y conociste tu sentido y tu destino.
como un rol concreto, en la poesía infinita de los fenómenos.
Máximo, ¡oh!, agrandado en la ausencia;
ejemplo de varones, excelso y eterno ejemplar de mi oficio,
resplandor de verdad, escrito en rubíes sangrientos,
atmósfera, hipérbole, relámpago, torre y símbolo. leyenda, conciencia, novela
de la naturaleza,


como un cosmos, forjando, con barro sagrado, su órbita.
La popularidad —su enorme enredadera—
anidó en tus formidables campanarios comunistas, la gran alondra, emi­grando del infierno del fascismo, y hoy arrea, de polo a polo, sus banderas de luto.
Sonando en los espacios deshabitados,
tu espíritu raja la nada y hacia la nada avanza, heroicamente, enarbolando la hoz y el martillo,
cerrado el puño macabro de cadáver combatiente, en incognoscibles ejércitos, girando, girando contra si mismo.
Alexis Maximovich Pyeshkoff, Gorki.
"caído en actos del servicio".

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