sábado, octubre 12, 2013

EL "YO PECADOR" DEL ARTISTA por CHARLES BAUDELAIRE


¡Cuán penetrante es el final del día en otoño! ¡Ay! ¡Penetrante hasta el dolor! Pues hay
en él ciertas sensaciones deliciosas, no por vagas menos intensas; y no hay punta más
acerada que la de lo infinito.
¡Delicia grande la de ahogar la mirada en lo inmenso del cielo y del mar! ¡Soledad,
silencio, castidad incomparable de lo cerúleo! Una vela chica, temblorosa en el horizonte,
imitadora, en su pequeñez y aislamiento, de mi existencia irremediable, melodía
monótona de la marejada, todo eso que piensa por mí, o yo por ello -ya que en la
grandeza de la divagación el yo presto se pierde-; piensa, digo, pero musical y
pintorescamente, sin argucias, sin silogismos, sin deducciones.
Tales pensamientos, no obstante, ya salgan de mí, ya surjan de las cosas, presto cobran
demasiada intensidad. La energía en el placer crea malestar y sufrimiento positivo. Mis
nervios, harto tirantes, no dan más que vibraciones chillonas, dolorosas.
Y ahora la profundidad del cielo me consterna; me exaspera su limpidez. La
insensibilidad del mar, lo inmutable del espectáculo me subleva... ¡Ay! ¿Es fuerza
eternamente sufrir, o huir de lo bello eternamente? ¡Naturaleza encantadora, despiadada,
rival siempre victoriosa, déjame! ¡No tientes más a mis deseos y a mi orgullo! El estudio
de la belleza es un duelo en que el artista da gritos de terror antes de caer vencido.

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