viernes, junio 24, 2016

CONFESION PARA AGATA por EDUARDO J. FARIAS ALDERETE


A veces hay una línea que tiembla detrás de mis ojos,
mis ojos te encarnaron más veces de las que imaginas  
y a menudo cruzas de oriente a poniente un  poema.

Detrás de ellos recorriste una senda de astro perdido
en el ámbar del pasado.
Nadas desnuda el ebrio mar de  sombra  que trae tu verso,
no hay invenciones  ni máscara si se empeñó el alma.

A veces el amor no entiende de lenguaje ni forma verbal
y se ciega a si mismo.
A veces ve detrás  de todo  escenario en que escuchó
tu ingenuo  susurro.

Juro que lo único que se repite  existencia tras existencia,
es un niño llorando por un libro extraviado,
o con el pie descalzo en la lengua de la noche eterna.

El horizonte huye siempre dentro de sí mismo,
la muerte se escapa y un péndulo se aproxima
hubo tres naufragios a los que no sobreviví
una guerra en la que morí en el primer acto,
una sala de clases en que dibujé cruces
en la pizarra verde oscura
hubo tinta resbalando desde el reloj
hubo algún verso que pudo describirme alguna vez
yo era en una era distinta a esta era
y tu eras siempre en las eras donde éramos y fuimos
resta la cicatriz de una caricia sorda debajo de las nubes.

Hay un sueño en que  duele el fondo de una palabra
hubo hambruna de tu sombra y hubo renuncia
y hubo desierto que no recorrí ni bosque ni montaña
y fui raíz  insepulta y fui tu herida y fui mi herida
un lobo aullando y aullando
imaginaste que la distancia devoraba su aullido
nada te pertenece mientras yo no exista ni vuelva a existir,
para estar divididos, que nos divida el cielo
y que nos deje el infinito resabio de tu melodía
somos sueño que suspendido
dejó una estela confusa al abrir los ojos y confieso,
confieso que aún no te alcanzo.




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